LOS SUFRIMIENTOS DE JESUCRISTO

Por John J. McCave

Nuestro Señor Jesucristo hizo la voluntad de Dios. Eso es lo que vino a hacer. El relato de las últimas cuarenta horas de la vida de nuestro Señor probablemente es la sección sobre la cual más se ha escrito y la más detallada de la Palabra de Dios. Es muy necesario que comprendamos este increíble período de tiempo tal como se presenta en las Escrituras.

La noche en que fue traicionado, nuestro Señor y Salvador estuvo con sus compañeros creyentes. Estaba con las personas en las que más confiaba y amaba. Y estaba enseñándoles la Palabra de Dios. Les enseñó todo el día y les enseñó toda la noche. Comió la última cena con ellos, les lavó los pies y les enseñó muchas cosas.

Esa noche, Judas Iscariote, uno de los apóstoles en quien más confiaba, lo vendió por treinta piezas de plata. Un hombre con un ministerio, un hombre que fue ordenado apóstol del Señor Jesucristo, lo vendió por un puñado de monedas. Era un hombre al que le había dado el pan mojado esa noche, un hombre al que honró, un hombre cuyos pies había lavado. Y lo vendió por monedas. Jesús sabía que esto iba a suceder, y aun así le lavó los pies.

Después de que Judas se fuera, Jesús continuó enseñando a los demás y caminó con ellos al Jardín de Getsemaní. En Mateo 26, leemos sobre los eventos que allí sucedieron.

Mateo 26:36 y 37
Entonces llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro.
Y tomando a Pedro, y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera.

No fue un día fácil. Fueron momentos muy, muy intensos porque sabía lo que se avecinaba. Él comenzó a sentirse muy cargado.

Versículos 38 y 39
Entonces Jesús les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte; quedaos aquí, y velad conmigo.
Yendo un poco adelante, se postró sobre su rostro, orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa; pero no sea como yo quiero, sino como tú.

No quería tener que hacer esto. Pero, si no había otra forma de cumplir la voluntad de Dios, dijo, No sea como yo quiero, sino que se haga Tu voluntad.

Versículos 40-44
Vino luego a sus discípulos, y los halló durmiendo, y dijo a Pedro: ¿Así que no habéis podido velar conmigo una hora?
Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.
Otra vez fue, y oró por segunda vez, diciendo: Padre mío, si no puede pasar de mí esta copa sin que yo la beba, hágase tu voluntad.
Vino otra vez y los halló durmiendo, porque los ojos de ellos estaban cargados de sueño.
Y dejándolos, se fue de nuevo, y oró por tercera vez, diciendo las mismas palabras.

Lucas 22:45 dice que los encontró durmiendo a causa de la tristeza. Estaba muy afligido. Nuestro señor estaba orando. Sabía lo que iba a tener que hacer. Sabía lo que iba a enfrentar y, sin embargo, estaba solo. Completamente solo. Ni siquiera pudieron permanecer despiertos y orar con él en esa hora.

Lucas 22:43 dice que Dios envió un ángel para consolarlo en ese momento. ¿Recuerdan lo que dijo Dios en Isaías 50:7? Dijo que lo fortalecería y lo ayudaría. En ese momento, cuando estaba tan solo, Dios le envió un ángel para que lo consolara.

Lucas 22:44:
Y estando en agonía, oraba más intensamente; y era su sudor como grandes gotas de sangre que caían hasta la tierra.

Este fue un momento muy intenso. Volvió a sus discípulos nuevamente y todavía estaban dormidos. Él les dijo: Duerman ahora, porque el Hijo del Hombre es entregado en manos de los pecadores.

Mientras hablaba, pudo ver a lo lejos una gran multitud de soldados que venía. Yo no sé cuántos eran, pero probablemente era un número muy grande. Era la guardia del sumo sacerdote en el templo que venía subiendo con antorchas, cuchillos y espadas, y Judas estaba con ellos. Ya les había dicho que el hombre que besare sería el que buscaban. ¡Y caminaron hasta el Señor Jesucristo!

Juan 18:4
Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis?

Con todo su denuedo y con todo su amor, le dijo a toda esta banda de soldados: ¿A quién buscáis? Él entendía lo que estaba pasando.

Versículos 5 y 6
Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba.
Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra.

¡Qué autoridad y denuedo tenía! Era un hombre que podía calmar el mar y el viento. Cuando dijo: “Yo soy”, esa banda de militares fue tan impactada por su denuedo que retrocedieron y cayeron a tierra.

Versículo 8
Respondió Jesús: Os he dicho que yo soy; pues si me buscáis a mí, dejad ir a éstos;

Se refería a los hombres que estaban con él. No los tomen a ellos, también, dijo, solo tómenme a mí. Literalmente se entregó, sabiendo lo que estaba sucediendo.

Versículo 9
para que se cumpliese aquello que había dicho: De los que me diste, no perdí ninguno.

Nuestro Señor continuó amando y preocupándose por cumplir la Palabra de Dios.

Judas lo traicionó en ese momento con un beso. Y Pedro se emocionó. El típico Pedro, era un buen hombre. Sacó su espada y cortó la oreja del siervo del sumo sacerdote.

Jesucristo estaba tratando de sacarlos del aprieto, y Pedro estaba hundiéndolos más. Jesús se volvió y le dijo a Pedro que guardara su espada. Los que viven por la espada morirán por la espada. Luego tocó la oreja del hombre y la sanó. ¿Se imaginan lo que pasó por la mente de esos soldados?

Se volvió hacia toda la banda y dijo: ¿Por qué me buscan como a un ladrón, con espadas y cuchillos? ¿No estuve con ustedes todos los días en el templo? ¿No enseñé abiertamente? Y luego se lo llevaron.

Dejó que se lo llevaran. No tenía que hacer eso. Él eligió hacerlo. Podemos ver su magnífico poder en las palabras que le dijo a Pedro antes de que se lo llevaran.

Mateo 26:53
¿Acaso piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y que él no me daría más de doce legiones de ángeles?

¿No sabes, Pedro, que Dios me daría doce legiones de ángeles en este preciso momento? Una legión romana equivale a seis mil hombres. Doce legiones son setenta y dos mil soldados. ¿No lo sabes, Pedro? Sólo tengo que pedirle a mi Padre y Él me dará los ejércitos del cielo.

Versículo 54
¿Pero cómo entonces se cumplirían las Escrituras, de que es necesario que así se haga?

Estaba totalmente decidido a hacer la Palabra de Dios. Su voluntad. Tenía opciones. Escogió adorar a Dios por su libre albedrío y hacer la voluntad de su Padre.

Entonces lo llevaron a ser interrogado por Anás, el sumo sacerdote. Se entregó voluntariamente. Había sido traicionado por Judas, uno de los suyos, uno de los doce. Las Escrituras dicen que todos los demás huyeron y lo dejaron allí. ¿Se imaginan cómo se sintió?

Juan 18:19
Y el sumo sacerdote preguntó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.

¿Quiénes son esos que estaban contigo? ¿Qué has estado enseñando?

Versículos 20 – 22
Jesús le respondió: Yo públicamente he hablado al mundo; siempre he enseñado en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y nada he hablado en oculto.
¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que han oído, qué les haya yo hablado; he aquí, ellos saben lo que yo he dicho.
Cuando Jesús hubo dicho esto, uno de los alguaciles [uno de los guardas del templo], que estaba allí, le dio una bofetada, diciendo: ¿Así respondes al sumo sacerdote?

Le dio una bofetada. La palabra griega correspondiente es rapisma. Esta palabra puede significar que le dio repetidamente con su mano o con una vara.

Versículo 23
Jesús le contestó: — Si he hablado mal, da testimonio del mal; pero si bien, ¿por qué me golpeas?

La palabra golpear significa “desollar” o “azotar”. No estamos hablando de un pequeño bofetón. Estamos hablando de que este hombre azotó a Jesús repetidamente con una vara o un látigo. Le dio una paliza y lo desolló. Y recuerden que está enfrentándose a hombres que lo odian. Estoy seguro que no fueron sencillamente unos pequeños golpes. Ellos lo odiaban y habían planeado matarlo por mucho tiempo. El odio incrementó en estos hombres e hicieron todo lo posible para causar tanto dolor a nuestro Señor como pudieran.

Desde allí, Anás lo envió esa misma noche al sumo sacerdote oficial, Caifás.

Mateo 26:57
Los que prendieron a Jesús le llevaron al sumo sacerdote Caifás, adonde estaban reunidos los escribas y los ancianos.

Había unos setenta hombres reunidos, los principales ancianos de Israel.

Versículo 58
Mas Pedro le seguía de lejos hasta el patio del sumo sacerdote; y entrando, se sentó con los alguaciles, para ver el fin.

Pedro fue allí a ver.

Versículo 59
Y los principales sacerdotes y los ancianos y todo el concilio, buscaban falso testimonio contra Jesús, para entregarle a la muerte,

Tenían a muchas personas en fila para acusarlo. Eran testigos falsos. Era una trampa. Todo el juicio fue una burla. Fue todo una trampa para acusar a este hombre y asegurarse de que moriría. Pero, no podían encontrar dos testigos que estuvieran de acuerdo, y se necesitaban al menos dos de ellos para inculparle.

Al fin vinieron dos testigos falsos a testificar contra Jesús.

Mateo 26:61-64
que dijeron: Éste dijo: Puedo derribar el templo de Dios, y en tres días reedificarlo.
Y levantándose el sumo sacerdote, le dijo: ¿No respondes nada? ¿Qué testifican éstos contra ti?
Mas Jesús callaba. Entonces el sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, que nos digas si eres tú el Cristo, el Hijo de Dios. Jesús le dijo: Tú lo has dicho…

Definitivamente fue una respuesta positiva. Él está mirando al sumo sacerdote a los ojos. El sumo sacerdote le dijo: Te conjuro por el Dios viviente, dime si eres el Cristo o no. Y él respondió afirmativamente. Respondió, y luego dijo esto, y me dan escalofríos. No quisiera ser este sumo sacerdote.

Versículo 64
…y además os digo, que desde ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en las nubes del cielo.

¿Quieres saber si soy el Cristo o no? Bueno, la próxima vez que me veas, Sr. sumo sacerdote, vas a verme sentado a la diestra del trono de Dios, viniendo en poder.

Versículos 65-67
Entonces el sumo sacerdote rasgó sus vestiduras, diciendo: ¡Ha blasfemado! ¿Qué más necesidad tenemos de testigos? He aquí, ahora mismo habéis oído su blasfemia.
¿Qué os parece? Y respondiendo ellos, dijeron: ¡Es reo de muerte! [Lo sentenciaron.]
Entonces le escupieron en el rostro, y le dieron de puñetazos [le dieron una paliza con los puños], y otros le abofeteaban,

¿Recuerdan esa palabra? Significa “azotar con una vara o un látigo”. Hay setenta hombres allí. Lo odian con todo su corazón. Le están escupiendo en la cara. Lo están azotando. Lo están golpeando tan fuerte como pueden. Le vendaron los ojos y le dijeron: ¿Quién te golpeó, Cristo? E hicieron eso toda la noche.

Muchos otros blasfemos hablaron contra él con completo engaño, deshonestidad, ilegalidad y crueldad. Demostraron su odio por el Hijo de Dios, el Mesías, su Rey. Hicieron todo lo posible para asegurarse de que este hombre muriera — aunque tuvieran que mentir, que es exactamente lo que hicieron. Y cuando finalmente obtuvieron el resultado que querían y lo hubieron juzgado, lo golpearon y lo golpearon y lo golpearon. Desollaron la piel de su cuerpo.

Las Escrituras no nos dicen todo lo que sucedió esa noche. Setenta hombres que lo odiaban lo torturaron cruelmente. En Isaías dice que sería golpeado casi hasta hacerlo irreconocible como hombre. Nuestro Señor estaba ensangrentado y golpeado. Y él entró en esto abiertamente. En cualquier momento pudo haber clamado a su Padre, pero no lo hizo.

Mientras esto está sucediendo, Pedro está afuera y niega al Señor varias veces. Lo niega con vehemencia. De hecho, la última vez que lo niega, lo hace maldiciendo. En algún momento durante todo este evento, Pedro logra ver a Jesús y Jesús logra ver a Pedro.

Lucas 22:61 y 62
Entonces, vuelto el Señor, miró a Pedro; y Pedro se acordó de la palabra del Señor, que le había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
Y Pedro, saliendo fuera, lloró amargamente.

¿Se pueden imaginar el corazón de nuestro Señor Jesucristo? Uno de sus seres más queridos, el hombre con quien había trabajado tan de cerca, lo niega mientras estos hombres están en el proceso de golpearlo. ¿Les tentaría eso a darse por vencidos? Además de la tortura física que estaba aconteciendo, todos a quienes había ministrado y derramado su corazón en amor habían huido de él. Temprano la mañana siguiente, los setenta ancianos sostienen lo que aparenta ser un juicio normal. El Señor ha sido completamente apaleado y está sangrando de la noche anterior.

Lucas 22:66-70
Cuando era de día, se juntaron los ancianos del pueblo, los principales sacerdotes y los escribas, y le trajeron al concilio, diciendo:
¿Eres tú el Cristo? Dínoslo. Y les dijo: Si os lo dijere, no creeréis;
y también si os preguntare, no me responderéis, ni me soltaréis.
Pero desde ahora el Hijo del Hombre se sentará a la diestra del poder de Dios.
Dijeron todos: ¿Luego eres tú el Hijo de Dios? Y él les dijo: Vosotros decís que lo soy.

Nuevamente, esta es una respuesta positiva a la pregunta, dada la reacción que viene después.

Versículo 71
Entonces ellos dijeron: ¿Qué más testimonio necesitamos? porque nosotros mismos lo hemos oído de su boca.

Lucas 23:1
Estaba cerca la fiesta de los panes sin levadura, que se llama la pascua.

Juan 18:28
Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era de mañana…

Luego condujeron a Jesús desde Caifás hasta el pretorio. Lo han llevado a Pilato. Han cruzado la ciudad con él. Ha sido golpeado. Todos los setenta, que lo odian, vienen y lo traen a Pilato, y ellos leen los cargos.

Lucas 23:2
Y comenzaron a acusarle, diciendo: A éste hemos hallado que pervierte a la nación, y que prohíbe dar tributo a César, diciendo que él mismo es el Cristo, un rey.

Estos cargos eran infundados, pero estaban ante el gobernador romano, así que tuvieron que exagerar aun más.

Juan 18:31
Entonces les dijo Pilato: Tomadle vosotros, y juzgadle según vuestra ley. Y los judíos le dijeron: A nosotros no nos está permitido dar muerte a nadie;

Necesitaban hacer que los romanos lo llevaran a cabo. Entonces Pilato llevó a nuestro Señor al pretorio y lo interrogó.

Juan 18:33-38
Entonces Pilato volvió a entrar en el pretorio, y llamó a Jesús y le dijo: ¿Eres tú el Rey de los judíos?
Jesús le respondió: ¿Dices tú esto por ti mismo, o te lo han dicho otros de mí?
Pilato le respondió: ¿Soy yo acaso judío? Tu nación, y los principales sacerdotes, te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?
Respondió Jesús: Mi reino no es de este mundo; si mi reino fuera de este mundo, mis servidores pelearían para que yo no fuera entregado a los judíos; pero mi reino no es de aquí.
Le dijo entonces Pilato: ¿Luego, eres tú rey? Respondió Jesús: Tú dices que yo soy rey. Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo, para dar testimonio a la verdad. Todo aquel que es de la verdad, oye mi voz.
Le dijo Pilato: ¿Qué es la verdad? Y cuando hubo dicho esto, salió otra vez a los judíos, y les dijo: Yo no hallo en él ningún delito.

Pilato nunca tomó en serio el reinado de Jesucristo. Los romanos nunca lo consideraron una amenaza. Los judíos sí. Lo odiaban y rechazaban totalmente a su Mesías. Decían: Este hombre dice que él es el Cristo, el Hijo de Dios, y querían que lo mataran incluso por haberlo dicho.

Entonces Pilato descubrió que Jesús era galileo. Él pensó que eso le daba una salida. Dijo, este hombre es galileo, envíenlo a Herodes. Herodes tenía jurisdicción sobre los galileos y estaba en Jerusalén en ese momento. Por lo tanto, llevaron a nuestro Señor derecho al otro lado de la ciudad una vez más.

Herodes estaba verdaderamente interesado en ver a Jesucristo hacer un truco de magia, pero no quiso ni hablar con él. Ni siquiera le contestaría al hombre. Así que Herodes y sus soldados comenzaron a burlarse de él. Ellos dijeron: ¿Eres el rey? Le pusieron una túnica púrpura y escupieron su cara y comenzaron a golpearlo. Y se burlaron de él porque ese hombre golpeado tenía la audacia de siquiera considerar que sería un rey, en cualquier lugar. Pero no pudieron encontrar culpa en él y lo enviaron de nuevo a Pilato.

Pilato en este momento vuelve a interrogar a Jesucristo. ¿Quién eres tú? ¿Qué has hecho? Y, nuevamente, no puede encontrar ninguna falta en nuestro Señor. Sale y le dice a los líderes judíos, no encuentro ninguna falta en este hombre. Luego ellos vehementemente — con todo su denuedo y todo su corazón – hicieron todo lo posible por que Pilato cambiara de parecer y por forzarlo a que matara a nuestro Señor y Salvador Jesucristo.

Pilato vuelve a entrar, reconociendo que los líderes judíos tienen envidia de Jesús. Tienen una razón por la que están haciendo eso. Quieren que se mate a este hombre, pero Pilato piensa que eso es ridículo. No hay nada malo, es solamente un hombre que piensa que es un rey.

Entonces a Pilato se le ocurre un plan. Cada año en esta fiesta, se libera un prisionero a la gente. Por lo tanto, decide ir a las cárceles y tomar al hombre más peligroso que pudiera encontrar, un hombre condenado por sedición y asesinato, dicen las Escrituras. Se llamaba Barrabás, un hombre que había matado a judíos. Era un asesino famoso como Charles Manson y va a ponerlo contra Jesús. Ese es el plan de Pilato. Luego regresa e interroga a Jesús.

Pilato determina que si trata mal a Jesús y lo azota, la gente cambiará de parecer. Verán que ha sido tratado debidamente y que no tendrá que crucificarlo. Él envía a Jesucristo a los soldados y ellos lo golpean. Lo atan a un poste y lo golpean con un látigo con nueve ramales. Tiene nueve cuerdas a las que se les atan en el borde pequeñas piezas de metal o hueso. Cuando azota la espalda, remueve el músculo y la carne, y corta hasta llegar al hueso.

Lo azotaron y lo azotaron. Después que terminaron de azotarlo, lo sentaron y trenzaron una corona de espinas en su cabeza y la empujaron en su cráneo. Esas espinas no son como las espinas que se ven en un rosal en América. Yo las he visto. Son de aproximadamente una pulgada y media a dos pulgadas de largo. Son casi como acero. Entraron en su cráneo y apartaron la carne del hueso … y su cabeza sangraba.

Luego le pusieron una capa púrpura a su alrededor. Lo vistieron como una marioneta y lo sacaron, y Pilato dijo: “He aquí el hombre”. Su rey. Luego saca a Barrabás y dice: ¿Debo liberarles a su rey? Ya no tiene mucha apariencia de hombre. La mayoría de la gente sería misericordiosa y diría: ¿Qué has hecho? ¡Déjalo ir! Pero no esta gente.

El sumo sacerdote y los líderes religiosos lo odiaban demasiado. Encolerizaron a la gente hasta el punto que dijeron: ¡Deja ir a Barrabás! ¡Deja ir a Barrabás! Y crucifica a Jesús. Y la gente comenzó a gritar. Pilato estaba fuera de sí. No podía entender eso. Deseaba mucho dejar ir a Jesús. Y ellos dijeron, “¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!” con todo su corazón y alma.

La esposa de Pilato le envió una nota diciendo que había padecido mucho en un sueño por ese hombre justo y que no tuviera nada que ver con eso. Pilato comenzó a preocuparse. Entró otra vez a interrogar a Jesús diciendo: ¿De dónde eres tú? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte o dejarte ir?

Jesucristo lo miró a los ojos y dijo: “Ninguna autoridad tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba.” Entonces Pilato regresó por tercera vez a la gente y a los sacerdotes, porque realmente no quería hacer eso. Y ellos comenzaron a acusarlo diciendo: No eres amigo de César. Si fueras amigo de César, juzgarías a cualquier hombre que se hace rey.

Pilato no pudo soportarlo. Era realmente entremeterse en su territorio. Y verdaderamente se atemorizó. Entonces, viendo que se hacía un alboroto, tomó un recipiente con agua y se lavó las manos, diciendo: — ¡Inocente soy de la sangre de este justo! ¡Allá vosotros! Y la gente le dice a Pilato abiertamente: “Su sangre sea sobre nosotros y sobre nuestros hijos.” Con mucho gusto aceptaremos la responsabilidad. ¡Crucifícalo!

Pilato ordena la crucifixión y envía a nuestro Señor y Salvador Jesucristo al Pretorio donde viven cuatrocientos soldados romanos. Y la Biblia dice que lo golpearon con sus puños, trenzaron la corona de espinas sobre su cabeza y con palos golpearon su cabeza con las espinas en ella.

¿Cuántos golpes pueden darle a un hombre cuatrocientos hombres? Isaías 52:14 dice que “de tal manera fue desfigurado de los hombres su parecer”. Y nuevamente, en este punto en particular, las Escrituras callan hasta la mañana siguiente. Jesucristo hizo esto. Él lo permitió. Todo lo que nuestro Señor y Salvador habría tenido que decir es: “¡Padre!” Y Dios le hubiera enviado esos setenta y dos mil ángeles. Pero él no lo diría. Él lo soportó. Lo soportó por ustedes y por mí… para pagar por nuestros pecados.

Se trata de pagar por nuestros pecados. No me digan que los pecados no cuestan nada. Lo golpearon sin piedad todo ese día y toda esa noche. Entonces, las Escrituras guardan silencio, y a la mañana siguiente lo llevaron a ser crucificado.

Consideren lo siguiente. Consideren lo que nuestro Señor y Salvador hizo por nosotros. No es agradable. Pero él fue nuestro sustituto. Nosotros sí lo merecíamos. Él no. Jesucristo sufrió y dio su vida por cada persona en la humanidad. Por cada persona que ama y cada persona que odia. Soportó las palizas y el ser colgado en la cruz para pagar el precio de los pecados de cada una de las personas.

Muchos de ellos lo maldicen aún. A muchos de ellos no les importa y piensan que su reinado es una burla, como los romanos. Muchos de ellos lo maldicen por la mañana antes del desayuno y lo maldicen por la noche mientras se emborrachan. Es por gracia sublime que Dios dio a Su Hijo unigénito por las vidas nuestras.

Deberíamos estar tan agradecidos y tan increíblemente llenos de humildad al saber que el Dios del universo, el Dios que habita la eternidad, que vive en el pasado, el presente y el futuro, todo al mismo tiempo, nos ama de tal manera. Al Dios que ha creado todo ser viviente y todo lo físico que pueden ver, oír, gustar, tocar u oler, cada uno de nosotros individualmente Le importa mucho. Él ve nuestros corazones y nos ama tanto que dio a Su Hijo. Debemos despertar todos los días con una gran sonrisa, alabándolo por lo que Él ha hecho.

Nuestro Señor y Salvador fue golpeado la noche antes de ser crucificado. Cuatrocientos soldados se salieron con la suya. Fue golpeado tan severamente, dicen las Escrituras, que no tenía apariencia de hombre.

El capítulo 27 de Mateo registra los sucesos del día siguiente.

Mateo 27:31:
Después de haberle escarnecido, le quitaron el manto, le pusieron sus vestidos, y le llevaron para crucificarle.

La palabra “llevaron” debe entenderse como “arrastraron”. Lo arrastraron para ser crucificado.

Versículo 32:
Cuando salían, hallaron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón; a éste obligaron a que llevase la cruz.

De camino al Calvario, el lugar llamado de la Calavera donde lo crucificaron, ocurrieron ciertos eventos y nuestro Señor dijo ciertas cosas.

Lucas 23:27:
Y le seguía gran multitud del pueblo, y de mujeres que lloraban y hacían lamentación por él.

Lo vieron esa mañana y estaban llorando y lamentándose por él. Ellas amaban el hombre. Estaban gimiendo y llorando. ¿Cómo se sentirían ustedes si lo hubieran visto siendo arrastrado por la calle? Jesús se volvió y les habló.

Versículos 28 y 29:
Pero Jesús, vuelto hacia ellas, les dijo: Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, sino llorad por vosotras mismas y por vuestros hijos.
Porque he aquí vendrán días en que dirán: Bienaventuradas las estériles, y los vientres que no concibieron, y los pechos que no criaron.

Bienaventurado el día por venir en que nadie nacerá.

Versículo 30
Entonces comenzarán a decir a los montes: Caed sobre nosotros; y a los collados: Cubridnos.

¿Se imaginan un día así, en el cual la gente ore para que los montes los cubran y caigan sobre ellos?

Versículo 31
Porque si en el árbol verde hacen estas cosas, ¿en el seco, qué no se hará?

¿Qué harán cuando me vaya?

Entiendo este versículo de dos maneras diferentes. Si hacen esto cuando el Príncipe de Paz está aquí, cuando el Señor Jesucristo está aquí, quien vino a predicar el Reino de Dios y la verdad al pueblo de Dios, entonces, ¿qué harán cuando él se vaya?

El otro entendimiento que tengo de eso es que llegará un día en que él regresará y el juicio de Dios vendrá nuevamente. Durante ese juicio, la gente gritará y dirá: Deja que los montes caigan sobre nosotros. Porque entonces, tal como Jesús le dijo al sumo sacerdote, él estará sentado a la diestra del poder de Dios, viniendo en las nubes del cielo.

Y la próxima vez, no volverá manso y apacible. Él regresará como Rey de reyes y Señor de señores, y no habrá nadie, nadie en el planeta tierra, que maldiga su nombre. Pero ese día no es hoy. Hoy, en las Escrituras, le dijo eso a esas mujeres.

Mateo 27:33 y 34:
Y cuando llegaron a un lugar llamado Gólgota, que significa: Lugar de la Calavera,
le dieron a beber vinagre mezclado con hiel; pero después de haberlo probado, no quiso beberlo.

No lo bebería. Según entiendo, esto era para reducir su dolor. La hiel era para mitigar los sentidos y reducir el dolor, y él no lo bebería.

Versículo 35
Cuando le hubieron crucificado…

Es una palabra pequeña en la Biblia. Solo dice que le hubieron crucificado.

Se llevaron a nuestro Señor y Salvador Jesucristo y lo arrastraron a ese lugar. El otro hombre llevó su cruz. La cruz es un poste grande, como un poste de teléfono. No era elegante como la hacen para ponerla en la pared. La mayoría de la gente mira la crucifixión y piensa que es como una cruz, pero la verdad es que era un madero. El gobierno romano no pensaba mucho en gastar dinero en hombres muertos.

Simplemente tomaron un madero hecho de un árbol, hicieron una muesca para los pies y colocaron el madero en el suelo. Luego, tomaron a nuestro Señor y Salvador y lo pusieron encima de ese madero. Tomaron sus manos y las juntaron sobre su cabeza y con un martillo clavaron sus manos. [NT – Esta era la manera romana común de crucificar.]

Luego, tomaron sus pies y los juntaron. Tomaron otro clavo y atravesaron sus pies. Las Escrituras dicen que no gritó … que era como una oveja, muda ante el esquilador. Luego, levantaron ese madero y lo metieron en un agujero. Y eran como las nueve de la mañana.

Versículo 35
Cuando le hubieron crucificado, repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes, para que se cumpliese lo dicho por el profeta: Partieron entre sí mis vestidos, y sobre mi ropa echaron suertes.

Lo desvistieron. Le quitaron la capa que tenía, la túnica y echaron suertes sobre ellas. Dios lo había predicho en el Salmo 22:18.

Versículo 36
Y sentados le guardaban allí.

Lo arrastraron y lo crucificaron. Lo atravesaron con clavos y luego se sentaron allí y lo observaron.

Lucas 23:35 y 36
Y el pueblo estaba mirando; y aun los gobernantes se burlaban de él, diciendo: A otros salvó; sálvese a sí mismo, si éste es el Cristo, el escogido de Dios [el rey, el Mesías].
Los soldados también le escarnecían, acercándose y presentándole vinagre…

Le ofrecieron vinagre para beber. Se burlaron de él. Se quedaron allí mientras estaba colgando en la cruz, y los líderes religiosos decían: A otros salvó; si él es el Mesías, que baje. Veamos si puede salvarse a sí mismo. Y los otros hombres, los soldados, también se burlaron de él, diciendo: ¿Crees que eres el rey? Toma un poco de vino, toma un poco de vinagre para beber, oh rey … si eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.

Pasó un período de tiempo. Mientras estaban sentados allí, decidieron poner una inscripción sobre su cabeza. Entonces volvieron a Pilato y le dijeron: ¿Qué te gustaría poner como inscripción sobre la cabeza de este hombre?

Mateo 27:37
Y pusieron sobre su cabeza su causa escrita: ÉSTE ES JESÚS, EL REY DE LOS JUDÍOS.

Este es Jesús, el rey de los judíos. Todo esto era para burlarse de él, burlarse del verdadero Rey de la tierra. Se rieron de él y lo despreciaron. Le escupieron y le faltaron el respeto tanto como les fue posible.

Los judíos querían que lo mataran porque se atrevió a decir que él era el Mesías, el Hijo de Dios. Y lo odiaban tanto porque no cumplió sus expectativas. Querían un rey elegante, querían un libertador de la tiranía de Roma. Ellos querían un conquistador. Así es como habían leído y malentendido las Escrituras.

Leyeron las Escrituras sobre Jesús siendo siervo, pero no podían creer que su Mesías podía ser un siervo. Pensaron que eso debía referirse a otra persona. Y cuando no se entienden correctamente las Escrituras, pueden hacerse cosas muy malvadas. Y lo odiaron. Dijeron que era un niño bastardo. A ellos les ofendía su vida entera. ¿Este hombre nos va a enseñar? Ellos tenían muchísimos deseos de crucificarlo, sin embargo, Pilato no podía encontrar nada malo en él. Pero por política, dijo, Crucifíquenlo, ustedes sufran las consecuencias.

Se pararon junto a la cruz y lo atormentaron y lo menospreciaron todo ese día. Pusieron la acusación sobre su cabeza y los judíos se sintieron muy ofendidos. Le dijeron a Pilato, no digas: Jesús, el rey de los judíos, di que él dijo que es el rey de los judíos. Y Pilato al fin tuvo agallas y les dijo: He escrito lo que he escrito.

Versículo 38
Entonces crucificaron con él a dos ladrones, uno a la derecha, y otro a la izquierda.

Cuando salieron originalmente, dos hombres fueron traídos con él y crucificados con él. Ahora tenemos a otros dos hombres. La imagen que la mayoría de la gente tiene es de la cruz de Jesús en el centro con un hombre a cada lado. Cuando lo leemos con precisión, vemos que hay una cruz en el centro con Jesús en ella, y hay dos hombres a cada lado.

Versículos 39-43
Y los que pasaban le injuriaban, meneando la cabeza,
y diciendo: Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas, sálvate a ti mismo; si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz.
De esta manera también los principales sacerdotes, escarneciéndole con los escribas y los fariseos y los ancianos, decían:
A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel, descienda ahora de la cruz, y creeremos en él.
Confió en Dios; líbrele ahora si le quiere; porque ha dicho: Soy Hijo de Dios.

Confió en Dios, dijeron; líbrele Dios ahora si le quiere. En Isaías dice que fue herido. Pensaban que estaba herido … herido de Dios y abatido. Sin embargo, Dios había dicho, está haciendo Mi voluntad.

Versículo 44
Lo mismo le injuriaban también los ladrones que estaban crucificados con él.

Estos dos ladrones crucificados con él le injuriaban de la misma manera. Está colgado allí adolorido y en agonía, golpeado al punto de ser irreconocible. Está siendo sostenido por clavos en sus pies y en sus manos. Y estas personas están actuando de tal manera para atormentarlo hasta su último momento.

En Lucas 23, leemos sobre los otros dos que fueron crucificados con él.

Lucas 23:39
Y uno de los malhechores que estaban colgados le injuriaba, diciendo: Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros.

Hay dos ladrones y dos malhechores colgados allí con él. Uno de los malhechores dijo esto tan pronto pusieron la acusación sobre su cabeza. Le dijo, si eres el Cristo, sálvate a ti mismo.

Versículo 40
Respondiendo el otro, le reprendió, diciendo: ¿Ni aun temes tú a Dios, estando en la misma condenación?

Vas a morir también. ¿No temes a Dios en absoluto?

Versículos 41-43
Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas éste ningún mal hizo.
Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino.
Entonces Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.

El único hombre en estas cuarenta horas que defendió al Señor Jesucristo fue un hombre que estaba condenado a muerte. Y el Señor le dijo: Te estoy diciendo hoy que estarás conmigo en el paraíso.

Versículo 44
Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.

Eso es desde las doce del mediodía hasta las tres de la tarde. Nuestro Señor ha estado colgando en la cruz desde las nueve de la mañana. Todos estos eventos han ocurrido. Los dos ladrones le habían injuriado como lo hizo el sumo sacerdote. Uno de los malhechores hizo lo mismo diciendo: Sálvate a ti mismo. Pero uno de los malhechores reprendió a ese hombre y le dijo: ¿No le temes a Dios? Y le dijo al Señor: acuérdate de mí cuando entres en tu reino.

Había cuatro crucificados con él ese día, para que se cumpliera la Escritura que dice que estaba numerado “en medio de” los transgresores. [NT – “en medio de” indica un número mayor a dos.]

Mateo 27:45
Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena.

Desde el mediodía hasta las tres, se puso oscuro como la noche. Las tres de la tarde es la hora exacta en que el cordero pascual debía ser sacrificado.

Versículo 46
Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí, ¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?

Esta es una traducción muy mala de este versículo. Nuestro Señor clamó, Dios mío, Dios mío, para este propósito fui yo reservado, he venido. Esta es la razón por la que estoy aquí.

Y los que estaban a su alrededor pensaron que había llamado a Elías, u otra cosa. Uno corrió a buscar más vinagre y se lo puso en la boca para que lo bebiera. Y los otros dijeron, esperemos a ver si viene Elías.

Jesucristo sabía lo que estaba haciendo. Estaba en control de su mente y de su corazón. Él sabía su propósito. Nunca creyó que Dios lo había abandonado. Sabía que su Padre estaba con él y que lo estaba fortaleciendo. Sabía que estaba haciendo la voluntad del Padre y dijo: Dios mío, Dios mío, para este propósito fui yo reservado. Por este propósito estoy aquí.

Sabía que él era el sacrificio por el pecado para toda la humanidad. Y lo hizo voluntariamente. Lo hizo con amor, haciéndolo por su Dios … por nuestro Dios, para que pudiéramos tener el privilegio de decir que Él es nuestro Dios.

Versículo 50
Mas Jesús, habiendo otra vez clamado a gran voz, entregó el espíritu.

Él murió. Dice en Juan 19 que antes de morir, mientras estaba colgando en la cruz, él miró hacia abajo y vio a su madre y algunas de las mujeres que había estado con él, y un cierto discípulo al que amaba. Y él le dijo a ese discípulo y a su madre: He ahí tu hijo, y he ahí tu madre.

Aun mientras estaba colgando en la cruz, cuidó de sus seres queridos. Fue un hombre que no hizo nada más que enseñar la verdad y proclamar el amor de Dios, Sus bendiciones y Su liberación. Él vino para mostrar el poder de Dios, la compasión de Dios y la misericordia de Dios. Él vino. Él amó. Y lo crucificaron. Amó todo el tiempo hasta el final de su vida. Y cuidó de los que amaba.

¡Qué hombre! Ese sacrificio fue por nosotros. Colgó allí por mí. Él sufrió todo eso por mí. Él sufrió todo eso por usted. Sufrió todo eso por aquellos que lo maldicen hoy. Lo hizo por su Padre. Y luego dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu. Él entregó su vida y murió.

Fue la hora más oscura de toda la humanidad, de toda la historia. El Mesías fue crucificado y entregó su vida por nosotros. Y si ese fuera el final de la historia, no habría esperanza … ninguna esperanza.

En el capítulo 12 de Hebreos, dice que por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz. ¿Qué significa eso? Nuestro Señor y Salvador tiene la esperanza de estar con Dios para siempre, como la tenemos nosotros. Él tiene la esperanza del paraíso en la tierra, para siempre … en un mundo perfecto con Dios, como la tenemos ustedes y yo.

Y por el gozo puesto delante de él, por lo que veía venir, por lo que le había dicho al sumo sacerdote, estaba dispuesto a soportar la cruz, menospreciando el oprobio. Él menospreció el oprobio de esa cruz, pero estaba dispuesto a soportarlo por la esperanza bendita.

Y confió en su Dios … ese Dios que había prometido que lo resucitaría de entre los muertos tres días después. Eso es mucha confianza, ¿no? Confió en que Dios lo levantaría de la muerte. Y luego, al tercer día, tres días y tres noches después, Dios lo levantó, y el ángel dijo: ¡Ha resucitado!

¡Qué día tan glorioso! Desde el día más oscuro hasta el día más brillante de la humanidad, en espacio de tres días. Y si Dios no lo hubiera resucitado, seríamos de las personas más miserables. Y en esa resurrección, Dios Todopoderoso les probó a todos que Jesús era el Mesías.

Recientemente, alguien me preguntó cómo se vio afectada mi vida cuando por primera vez aprendí esto. Cambió mi vida por completo. Yo era un hombre sin rumbo. Me encantaba lastimar a otros. Ese era mi pasatiempo, causar gran dolor a las personas, golpearles, robarles, timarles, y tomaba drogas. Estaba tratando de hacer que la gente se sintiera peor que yo, para yo sentirme mejor que ellos. Sabía que no iba a ninguna parte, y decidí odiar porque no sabía cómo amar, ni realmente había recibido mucho amor.

Y cuando aprendí estas cosas en ese momento en particular de mi vida, era analfabeto funcional. No podía creer que alguien pudiera amarme tanto y pudiera haber hecho tales cosas por mí — que Dios Todopoderoso me hubiera considerado a mí — y elegí cambiar. Elegí cambiar mi vida y hacer lo que fuera necesario para poder contarle a otros lo que Él había hecho por nosotros. Y aprendí a leer. Mi esposa me enseñó a leer, para que pudiera enseñar.

Decidí que quería aprender a amar, lo mejor posible, y quería compartir con otras personas lo que Dios había hecho por todos nosotros. Y ese es mi propósito en la vida. Así es como esto me afectó.

Así es como también afectó a estos hombres, después de la resurrección. Jesucristo continuó predicándoles el evangelio del Reino de Dios durante los cuarenta días antes de su ascensión. Nuestro Señor les dijo que se quedaran en Jerusalén hasta que la promesa del Padre, el espíritu santo, hubiera venido. Les había dicho eso durante la última cena. En el día de Pentecostés, recibieron la habilidad dada por Dios para permanecer fieles como nunca antes. ¿Qué cambió la vida de estos hombres? ¿Cuál fue su respuesta a lo que había sucedido? ¿Cuál fue su respuesta a este hombre, el que había muerto por ellos y el que Dios había dado como sacrificio?

Se pusieron de pie con valentía y hablaron con denuedo. Con denuedo. No dejaron que nada ni nadie los silenciara. No dejaron que sus sentimientos ni emociones se interpusieran en su camino. Ellos se pusieron de pie con valentía en medio de miles de personas, después de haber estado a puerta cerrada llenos de miedo. Ahora que habían recibido el espíritu, se pusieron de pie con denuedo.

Y Pedro se puso de pie con ellos y les habló a miles de ellos ese día.

Hechos 2:22-28
Varones israelitas, oíd estas palabras: Jesús nazareno, varón aprobado por Dios entre vosotros con las maravillas, prodigios y señales que Dios hizo entre vosotros por medio de él, como vosotros mismos sabéis;
a éste, entregado por el determinado consejo y anticipado conocimiento de Dios, prendisteis y matasteis por manos de inicuos, crucificándole;
al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella.
Porque David dice de él: Veía al Señor siempre delante de mí; Porque está a mi diestra, no seré conmovido.
Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua, Y aun mi carne descansará en esperanza;
Porque no dejarás mi alma en el Hades, Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.
Me hiciste conocer los caminos de la vida; Me llenarás de gozo con tu presencia.

Pedro está dirigiéndose a los mismos líderes religiosos y a mucha de la misma gente responsables de la crucifixión. Vean su denuedo y valentía. al cual Dios levantó, sueltos los dolores de la muerte, por cuanto era imposible que fuese retenido por ella. Porque David dice de él: Veía al Señor [al Mesías] siempre delante de mí [en Salmo 16:8-11]; Porque está a mi diestra, no seré conmovido.

Por lo cual mi corazón se alegró, y se gozó mi lengua, Y aun mi carne descansará en esperanza [descansaré en esperanza, sabiendo de su venida y de su Reino por venir]; Porque no dejarás mi alma en el Hades [en la tumba], Ni permitirás que tu Santo vea corrupción.

Me [a David] hiciste conocer los caminos de la vida [Dios, Tú me has hecho conocer los caminos de la vida — la resurrección]; Me llenarás de gozo con Tu presencia.

En ese día maravilloso, David tenía la misma esperanza que nuestro Señor. La esperanza de la resurrección de entre los muertos y de estar con Dios para siempre en la eternidad.

Versículos 29-32
Varones hermanos, se os puede decir libremente del patriarca David, que murió y fue sepultado, y su sepulcro está con nosotros hasta el día de hoy. Pero siendo profeta, y sabiendo que con juramento Dios le había jurado que de su descendencia, en cuanto a la carne, levantaría al Cristo para que se sentase en su trono,
viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo [el Mesías], que su alma no fue dejada en el Hades [la tumba], ni su carne vio corrupción.
A este Jesús resucitó Dios, de lo cual todos nosotros somos testigos.

Este Jesús de Nazaret, dijo Pedro — el que estuvo con ustedes, el que caminó en medio de ustedes, el que hizo señales y prodigios, el que ustedes crucificaron — este Jesús de Nazaret, Dios lo ha levantado de la muerte, y todos nosotros somos testigos de ello.

Versículos 33-35
Así que, exaltado por la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís. Porque David no subió a los cielos; pero él mismo dice: Dijo el Señor [Yahweh] a mi Señor [el Mesías]: Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga a tus enemigos por estrado de tus pies.

Ese día viene.

Versículo 36
Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel, que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo.

El Cristo. El Mesías. La resurrección es la prueba de quién él es.

Así es como cambiaron sus vidas. Esta debe ser la respuesta de aquellos de nosotros que hemos elegido ser sus discípulos, también. Debemos proclamar con denuedo el mensaje de que este Jesús es tanto el Señor y el Mesías, el Cristo. Esto es lo que él quiere que hagamos.

Si quieren caminar por su Dios, esta es la respuesta apropiada a lo que nuestro Señor ha logrado. Prediquen la Palabra de Dios como ellos lo hicieron y como nuestro Señor lo ordenó.

Marcos 16:15
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.